martes, 24 de mayo de 2011

El ensayo, apuntes para su composición en el ámbito académico universitario.


Alex Silgado Ramos[1]


0.      Introducción.

La universidad demanda un uso y práctica de la escritura con una especificidad y finalidad que las hace diferente a las exigidas en otros espacios o contextos de interacción comunicativa. En este espacio, la instancia académica media y regula desde sus normas y parámetros dicha práctica para garantizar los propósitos de apropiación de los saberes en las distintas carreras o disciplinas y dar cuenta de los mismos.

De allí, que la escritura tiene un estrecho vínculo con la lectura en éste espacio académico, pues la mayor parte de las lecturas que se encaran en el medio (copias de artículos, fragmentos o capítulos y libros completos de varias temáticas y ciencias) apoyan la escritura de variados géneros discursivos (informes, reseñas, resúmenes, ensayos, monografías, etc.) como condición de rigor en el trabajo académico y científico (Arnoux y otras, 2002).

Entre los géneros más utilizados en la universidad, se recalca en la producción y presentación de ensayos como soporte académico[2] en la comprobación de las lecturas exigidas por el contexto, la apropiación y sustentación de saberes disciplinarios (científicos) y el desarrollo de las formas propositivas del pensamiento en los estudiantes.

1.      ¿Un Ensayo?...

Se puede entender el ensayo como un tipo de texto argumentativo que pretende, más que exponer un contenido, presentar ideas y razones de manera sistemática y crítica como forma de problematizar un tema en concreto. En la base problémica de dicho tema se halla lo medular de todo ensayo: la proposición de una tesis o punto de vista que será defendido con la fuerza elocuente de unos argumentos claros y precisos.

Según Díaz (2002), el ensayo  se apoya en temas que se prestan a controversias, surgiendo de esta forma,  por parte de un autor, la necesidad de ofrecer una interpretación del tema a partir del establecimiento de un punto o puntos de vista que se consideran como válidos y que tienen como propósito justificar, convencer o persuadir a un posible lector respecto a dicho punto de vista; en otros casos, lo se busca es refutar algunas interpretaciones que otros han hecho sobre la temática en cuestión.  De esta intención en concreto, nace lo que se denomina tesis y los posibles argumentos para sustentarla.

2.      ¿Una Tesis?...

La tesis[3] define un punto de vista producto de la interrogación sobre un tema. Ella, es la postura o voz del autor expresa en un contenido proposicional que resume la posición central del ensayo. De allí, que tema y tesis no sean lo mismo; mientras que el tema implica lo general, la tesis delimita un punto de vista o postura que el autor asume como verdadero, y que el lector puede compartir o rechazar.

En el ensayo (Vásquez, 2004), la tesis puede ser retomada de otros autores o propuesta por el mismo ensayista, debe ser medianamente creativa y novedosa, además de ser sencilla, clara y fácil de entender por el lector, y por lo general, se enuncia en el primer párrafo aunque eso no sea limitante; esta forma de enunciarla puede ser de manera escueta por medio de un enunciado claro y con sentido propio (incluso, por fuera del párrafo dentro del cual se encuadra), o de manera implícita dentro del párrafo que le sirve de contexto.

Para Díaz (2002), “el reto que se impone el ensayista en que su tesis pueda ser identificada por el lector con la misma intención con que se propuso comunicarla”. De allí, de a la hora de presentar la tesis el ensayista debe redactarla “en términos de un tema (aquello de lo cual se ofrece una información) y un comentario (lo que se afirma o niega acerca del tema) que se organiza alrededor de un verbo rector debidamente conjugado”. Así, por ejemplo, si el tema el algo tan general como “El ensayo”, se podría tomar posición proponiendo una tesis como: “El ensayo es un tipo de escritura que manifiesta la madurez del pensamiento”, la cual entrará debidamente a ser sustentada y defendida por argumentos sólidos y claros.

3.      ¿Unos Argumentos?...

Luego de tener claridad sobre la tesis, se procede a escoger los mejores argumentos que le den validez, para lo cual es recomendable consultar otras fuentes con autoridad sobre el tema, hacer una lluvia de ideas para aclarar mejor los tipos de argumentos que se tienen y los que son necesarios y, proceder a plantear una estructura hipotética de lo que luego del ejercicio textual (tejido) será el ensayo.

Los argumentos están conformados por premisas que sustentan una conclusión o punto de vista[4]. Ellos ofrecen razones claras y justificadas de lo que se pretende sustentar con la tesis; es así, que se pueden elegir argumentos de diferentes tipos para apoyar, defender o validar dicho punto de vista.  

Weston (2003)  propone trabajar en un ensayo diferentes tipos de argumentos como: argumentos mediante ejemplos, los cuales se apoyan en hechos, datos o situaciones cotidianas que ilustran, de alguna manera, lo que se pretende argumentar. Argumentos por analogía, los cuales partiendo del principio de comparativo que propone toda analogía buscan puntos de semejanza entre elementos diferentes para apoyar una opinión o punto de vista. Argumentos por autoridad, son esas otras voces de autoridades en el tema trabajado en el ensayo, que se hacen presentes a través de citas[5] textuales, parafraseadas o en notas pie de página.  Argumentos que apelan a la deducción, la inducción o cualquier otra lógica del pensamiento[6], en donde a partir de la manera como se plantea el problema y el rigor en su análisis se logra el convencer o persuadir al lector[7].

Los argumentos son el hilo conductor de lo prefijado por la tesis. Ellos deben mantener y dar unidad textual dentro del ensayo; por ello, es preciso ahondar en que:

Cada argumento se presenta en un párrafo. Otras veces, cuando la línea argumental es muy compleja, pueden utilizarse varios párrafos para desarrollar un argumento. Lo importante es tener claridad en la estructura del ensayo. Recordemos que en la etapa preliminar, cuando se está gestando la tesis y buscando los argumentos, el buen ensayista hace un esbozo, un esquema en donde puede vislumbrar la carta de navegación de su escrito. Casi siempre, el número de párrafos corresponde a la cantidad de argumentos que se tengan y a la densidad de los mismos. (Vásquez, 2004).

4.      ¿Una estructura?... ¿Un plan organizativo?

La estructura del ensayo no está predeterminada, se plantea como algo libre y flexible, lo cual no significa que dicho género sea sinónimo de pensamiento desaforado; lo que quiere decir, es que la claridad suficiente de reflexión sobre una tesis dará al ensayista la libertad suficiente para posicionar sus argumentos en la estructura textual o cuerpo del ensayo de manera que, ésta le permita alcanzar un mejor grado de convencimiento y persuasión.

Sin embargo, es necesario aclarar que, el ensayo, en su nivel superestructural, tiene un plan de organización similar al de todo texto argumentativo; el cual se organiza en tres partes fundamentales[8]:

a)      Apertura o introducción. Este espacio, que comprende un párrafo, se convierte en el gancho de atracción para el lector (además del grado persuasivo del título), pues en él se indica el propósito del ensayista a través del acercamiento personal al tema  sugerido por el punto de vista o tesis.

Díaz (2002) propone una lista de los procedimientos retóricos más utilizados por los escritores competentes para iniciar sus ensayos, entre los cuales destaca los siguientes:

·         Referirse a los antecedentes del tema (estrategia más utilizada y recomendada).
·         Expresar directamente la tesis a sustentar o defender.
·         Resumir una posición que va a ser objeto de refutación.
·         Ubicar una temática en su contexto histórico.
·         Explicar o definir un concepto clave para el desarrollo del ensayo.
·         Describir una serie de detalles pictóricos; es decir, describir el ambiente y la atmósfera que caracterizan al lugar, persona o acontecimiento que van a ser tratados.
·         Con una frase provocadora, audaz.
·         Con una frase célebre o un aforismo.
·         Con una frase tomada de una obra (novela, ensayo, poema, canción).
·         Con una anécdota, un proverbio, una comparación o analogía.
·         Con una pregunta retórica cuya respuesta tiene que ver con la tesis que se va a sustentar.

b)      Desarrollo. Es el espacio textual para la proposición y desarrollo de los argumentos que defenderán o sustentarán la tesis. Se muestra como un espacio muy importante que refleja o demuestra la capacidad organizativa y argumentativa del ensayista.

Como se había anotado anteriormente, el desarrollo del ensayo está conformado por párrafos en los cuales se presentan los argumentos que sustentan o explican la tesis por lo cual, éstos deben tener un grado de unidad e interdependencia temática.
 
c)      Cierre o conclusión. Se enmarca en el espacio del párrafo final[9] (aunque si el ensayo es extenso, la conclusión puede abarcar dos párrafos) y tiene como propósitos recapitular y recordarle al lector las ideas que se presentaron en la tesis. Además, este es el espacio de síntesis de lo planteado en donde se remata o concluye con una reflexión coherente con el tratamiento dado al tema (Díaz, 2002); también, puede  servir para reiterar lo planteado en la tesis o situarla dentro de un contexto explicativo más amplio.

Al igual que la introducción, Díaz (2002) encuentra que en la conclusión también se pueden utilizar posibilidades retóricas como:

·      Expresar una conclusión coherente con lo sustentado.
·      Parafrasear la tesis, esto es, repitiéndola con otras palabras.
·      Sugerir una solución, una actitud o línea de acción.
·      Presagiar un resultado.
·      Mediante una reflexión.
·      Mediante una pregunta retórica.
·      Mediante una frase célebre, una cita de una obra o un proverbio.
·      Mediante una comparación o una analogía.
·      Mediante conectivos que expresen finalización como: finalmente, para concluir, en resumen, para finalizar, en suma.  

5.      ¿Otros aspectos para tener en cuenta?...

            Algunos pasos a seguir en la escritura del ensayo.

Para componer o producir un ensayo es preciso hacerse a un plan de escritura que responda a las necesidades de lo que se intenta comunicar, implicando tres grandes fases dentro de múltiples procesos: una fase de planificación en la cual se generan ideas y se organizan conforme a unos propósitos exigidos dentro del plan temático propuesto por la tesis (se generan la tesis y los posibles argumentos). Una fase de redacción, en la cual se hace visible o traduce, a través del lenguaje escrito, las ideas antes planificadas. Y una fase de evaluación y corrección de lo escrito teniendo en cuenta los elementos formales y de contenido requeridos para llevar a feliz término los propósitos planteados (o surgidos en el desarrollo de la redacción) para los efectos persuasivos del ensayo.
 
            De los conectores.

Mientras se trabaja en la escritura del ensayo es preciso tener en cuenta los factores de cohesión, coherencia y corrección tanto estilística como gramatical. Si se trabaja con plena conciencia de reflexión de seguro, que el ensayo cumplirá a cabalidad con la intención propuesta desde su tesis, conforme a la unidad de un plan temático y argumental.

Para establecer este efecto de unidad e ilación entre los párrafos y argumentos es preciso recurrir al uso de elementos de enlace o conectores que bien pueden utilizarse teniendo en cuenta las necesidades específicas de uso en la intención del párrafo. Al respecto Vásquez[10] (2004) clasifica distintos grupos de conectores según su utilidad en la ilación de los argumentos:

·         Para recapitular, resumir o hacer énfasis. “En resumen”, “Como se indicó”, “Como ya lo hice notar”, “De todo ello”, “Dicho brevemente”, “En conclusión”, “En definitiva”, “He citado ya”, “He dicho que”, “Por todo esto creo que”, “Recapitulemos” “ya he señalado”, etc.
·         Para hacer un énfasis, recalcar o subrayar una idea. “Afirmaré ahora que”, “Ciertamente”, “Es significativo que”, “Evidentemente”, Insisto, pues”, “Lo cierto es que”, “Pero más todavía”, Repito que”, “Sí”, “Todavía más”, etc.
·         Para ejemplificar o ilustrar. “Abundan los ejemplos”, “Así, por ejemplo”, “Como caso típico”, “Demos una idea”, “Observemos como”, “Para ilustrar mejor”, “Podemos imaginar que”, “Quizá sea útil mostrar”, etc.
·         Para dar continuidad o hacer una transición en el discurso. “A continuación”, “A esto se añade”, “Afirmaré ahora que”, “Así, pues,”, “Como consecuencia”, “Con esto llegamos a”, “De ahí se infiere que”, “Dentro de este contexto”, “Esto nos trae de nuevo”, etc.
·         Para señalar un orden temporal, una lista o secuencia. “Ahora es oportuno hacer”, “Ahora veamos”, “Antes bien”, “Comenzaré por explicar”, “De lo anterior se desprende que”, “Es oportuno ahora”, “Lo primero es”, “Mientras tanto”, “Por lo anterior”, “Volvamos ahora a”, etc.
·         Para contrastar, anteponer o hacer evidente una antítesis. “A diferencia de”, “Antes bien”, “Cabe oponer a esto”, “De otro modo”, “En lugar de”, “Hay por el contrario”, “No acontece lo mismo con”, “Sin embargo”, etc.
·         Para presentar una semejanza, una similitud o establecer una relación. “Al lado de ello”, “Así como”, “Así mismo”, “De conformidad con”, “Del mismo modo”, “Hay una paridad entre”, “Paralelamente”, “Similarmente”, etc.
·         Para inferir, deducir o concluir un razonamiento. “A causa de ello”, “Cabe concluir que”, “Dado que”, De acuerdo con”, “En definitiva”, “Es así que”, “O sea”, “Se deduce que”, “Ya se entiende, pues, que”, etc.
·         Para admitir o conceder la razón. “Aceptemos pues que”, “Admitamos que”, “Como es sabido”, “Con eso y todo”, “Convengamos en que”, “ Estoy de acuerdo con”, “Lo cual es cierto:”, “No discuto que”, etc.
·         Para adicionar o agregar. “Acontece además que”, “Habría que decir también”, “Me queda por añadir”, “Notemos, además, que”, “Otra cosa”, “Otro rasgo de”, “Pero hay más”, “Por añadidura”, “Y además”, etc.
·         Para explicar o exponer algún asunto. “A causa de ello”, “Ahondemos más”, “Cabe señalar”, “Comencemos por decir algo sobre”, “Con base en”, “Desde esta perspectiva”, “Hemos visto que”, “Para ilustrar mejor”, etc.
·         Para indicar una relación espacial, un lugar o un contexto. “A lo largo de esta exposición”, “Al margen de”, “Bajo esta perspectiva”, “En adelante”, “Hasta aquí”, “Llegamos, pues, a”, “Pero no nos perderemos”, etc.
·         Para justificar una omisión, dejar de lado el desarrollo de una idea o evitar un malentendido. “Apenas si vale la pena detenerse en”, “Dejemos eso”, “En vez de”, “Más que lo antes dicho”, “No digamos, pues, que”, “No diré que”, “Puede parecer que”, “Tampoco es lícito confundir”, etc.
·         Para hacer una advertencia, explicar una condición o prevenir sobre algo. “A no ser de que”, “Aún así”, “Con tal de que”, “De paso advirtamos que”, “Empero”, “No es de extrañar que”, “Si afirmamos que”, etc.

            Sobre voces y citas en los ensayos.

En un ensayo académico la voz del autor no se presenta en primera persona, sino de forma impersonal. Esto no implica que el ensayista pierda su voz y, por ende, su punto de vista, pues, es de saber, que lo que prima en el ensayo es que el autor exponga y defienda su tesis aunque se apoye citando fuentes.

Estas citas no deben presentarse de manera aislada respecto al plan temático del ensayo. Su función se halla en el apoyo fundamental que prestan para rectificar, autorizar, ampliar y concluir los argumentos expuestos en el desarrollo del ensayo. Ellas se pueden presentar en el cuerpo del escrito de manera directa (citando el fragmento del texto entre comillas) o de manera indirecta o parafraseada (lo cual significa tomar el texto del autor citado y traducirlo con las palabras del autor del ensayo).

6. Referencias.

Arnoux, E.; M. Di stefano y C. Pereira (2002). La lectura y la escritura en la universidad. Buenos Aires: Eudeba.
Blanco Puentes, J. (2005). “A la hora de escribir ensayos”. Tabula Rasa, Bogotá: U. Colegio Mayor de Cundinamarca.
Díaz, Á. (2002). La argumentación escrita. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia.
Gómez Martínez, J. L. (1992). Teoría del ensayo. En: www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/
Silgado, A. (2009). “Escribir ensayos o ensayar a escribir. Notas sobre una imprecisión o para una discusión”. Página y signos,(5), Bolivia: Universidad Mayor de San Simón.
Vásquez Rodríguez, F. (2005). Rostros y máscaras de la comunicación. Bogotá: Editorial Kimpres.
______ (2004). Pregúntele al ensayista. Bogotá: Editorial Kimpres.
Vélez, J. A. (2000). El ensayo, entre la aventura y el orden. Bogotá: Taurus.
Weston, A. (2003). Las claves de la argumentación. Barcelona: Ariel.


[1] Profesor CUN, sede Montería.
[2] Debo recalcar que se está definiendo al ensayo como un tipo de texto argumentativo que circula en el contexto universitario preso de las limitaciones y tareas propuestas (impuestas) por la academia. En ningún momento estoy hablando del ensayo como género literario poseedor de una historia y unas caracteríscas específicas, en donde éste se manifiesta como el ejercicio de la madurez de un pensamiento propositivo que se caracteriza por la abundancia y no la carencia de lecturas (Vélez, 2000); carencia que sí se hace evidente entre los estudiantes de los primeros niveles universitarios. A veces prefiero decir a mis estudiantes que no escribamos ensayos sino, que ensayemos a escribir (Silgado, 2009).
[3] Para más aclaraciones consultar Vásquez (2006).
[4] Para ampliar sobre cómo se estructuran y desarrollan los argumentos en un ensayo ver: Díaz (2002) y Weston (2003).
[5] Las citas deben ser tomadas de autoridades en el tema, lo cual significa que la fuerza de dicho argumento está en el reconocimiento científico de quien se cita.
[6] Este es un replanteamiento que hace Vásquez (2004) de los tipos de argumentos que Weston presenta con la denominación de argumentos acerca de las causas y argumentos deductivos.
[7] Para ampliar a nivel de ejemplos en reconocimiento de tipos de argumentos ver: Weston (2003).
[8] Algunos teóricos proponen cuatro partes en las cuales incluyen el Título. A propósito del título Vásquez (2004) sugiere: “Es recomendable que el título tenga una relación fuerte con la tesis y que busque, ante todo, cautivar la atención del lector. Un título es un atrapalectores. Advirtámoslo: la elección del título en tan importante como la elección de tesis o los argumentos”.
[9] “Adicionalmente hay que pensar y elaborar muy bien el primero y el último párrafo. Son definitivos tanto para enganchar al lector como para dejarlo con una inquietud sembrada en la cabeza” (Vásquez, 2004).
[10] Para mayor profundidad ver: “Más de 1500 conectores” y “¡Un conector!, ¡un conector! ¡Mi ensayo por un conector”, en Vásquez (2004).

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